En cada uno de nosotros hay un niño/a herido/a. Nos volvemos adultos y buscamos poder y seguridad que tape la herida de niñez. Creamos un muro de defensa, un personaje que nos separa de quién somos verdaderamente. Pero nuestra memoria corporal guarda la necesidad de amor, de ser contenido, amado y valorado por lo que realmente somos. Necesitamos reconocernos en toda nuestra inmensidad para poder florecer.
Reconocer al niño/a que hay en nosotros, nutrirlo y amarlo sana las heridas del pasado, refuerza nuestra identidad y nos permite florecer en todo nuestro esplendor.
Centro de Yoga. C/ José María de Pereda, nº 15. Entlo.
19.30 - 21.30 h.
Contacto: 687062771