Tomar nuestro poder para autoafirmarnos, manifestarnos en el mundo y responder hacia el exterior desde nuestras propias necesidades. Determinación para perseverar en los objetivos hasta su realización. Y capacidad de concreción para materializarlos y llevarlos a la práctica.
La disposición corporal
que nos facilita esta actitud es la mirada firme y el movimiento enérgico del
cuerpo para pasar a la acción -energía yang, elemento fuego- y un movimiento rítmico y acompasado que nos vincule y enraíce -energía ying, elemento tierra-.